El mesianismo por vocación
Los cubanos crecimos rodeados de una mezcla de mesianismo y tremendismo. Y a eso se le pudiera añadir algo de absolutismo y algunos ismos más. Pero para este comentario, con los dos primeros basta.
Quizás el primer Mesías (en Cuba) fue Martí, con aquello de que “un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna”. No se andaba en chiquitas el Apóstol, y eso que no conoció la globalización. Y es que las ideas radicales, al parecer, necesitan de frases tremebundas.
Por ahí en la Biblia anda aquello que diz que dijo Jesús y que dice “El que no está conmigo está contra mí”, lo que convierte al susodicho en uno de los iconos (documentados) más antiguos de la intolerancia. Sus seguidores no quisieron quedar a la zaga y dejaron sentado, para los interesados, que “No hay salvación fuera de la iglesia”. Y acto seguido comenzaron a quemar personas.
Sin embargo ha habido, y hay, muchos más que aprovecharon sus tres minutos de fama para dejar lo suyo, pues con Martí y Jesús no bastaba. Por ahí dejó algo el Che Guevara, con aquello de que “Un hombre tiene derecho a cansarse, pero entonces no tiene derecho a ser un hombre de vanguardia”. Es decir, la intolerancia con dos vueltas adicionales de tuerca y el toque de extremismo inherente a este personaje.
Y en eso llegó el comandante, que no podía faltar, y dejó en claro que “Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución nada”. A eta vsio. Apaga y vamos.
Y, como si no bastara con declarar oficialmente a la Revolución unidireccional, autótrofa y endogámica (casi como un hueco negro…), entonces la elevó, emparejó a conceptos superiores y la generalizó de un plumazo (más probablemente de un grito…). Y nació entonces la macabra frase: “Por la Patria, La Revolución y el Socialismo”. Y nos jodimos todos, pues resultó que, por definición, dejas de ser patriota si no eres revolucionario o socialista.
Claro, la frase deja entrever, así, de refilón, que es condición necesaria, y quizás suficiente, ser revolucionario para ser patriota. O ser socialista para ser patriota. Ambas inclusive sería lo perfecto, pero esto dejaría afuera del patriotismo nada menos que a Martí y a todo el resto de los cubanos que pelearon en las guerras de Independencia, lo cual ni siquiera un desquiciado mental como Fidel Castro se atrevería a hacer (al menos no lo ha hecho hasta ahora…)
Y este fragmento, parte de un discurso del Loco en Jefe, lo dice todo:
“En Cuba, Revolución, socialismo e independencia nacional, están indisolublemente unidos…. A la Revolución y al socialismo, debemos hoy todo lo que somos. Si a Cuba regresara alguna vez el capitalismo, nuestra independencia y soberanía desaparecerían para siempre, seríamos una prolongación de Miami, un simple apéndice del imperio yanqui, el cumplimiento de aquella repugnante profecía de un presidente de Estados Unidos en el siglo pasado cuando pensaban anexar nuestra isla y dijo que esta caería en manos de ese país como una fruta madura. Para impedirlo hoy, mañana y siempre, habrá todo un pueblo dispuesto a morir. De nuevo cabe repetir aquí ante su propia tumba la frase inmortal de Maceo: "quien intente apropiarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha"….”
En fin, que un cubano, donde quiera que mire, se encuentra con frases que parecen esculpidas en granito mohoso; son gélidas, agotadas, definitivas. Y resultan mucho más terriblemente absurdas cuando uno visita Cuba y las encuentra en pancartas y anuncios espectaculares; allí están, mustias, machacadas, obsoletas, ridículas. Como esa que ha eliminado del calendario la celebración del Año Nuevo. En su lugar, lo que deben celebrar los cubanos, es el feliz advenimiento de un nuevo aniversario de la Revolución.
Y de la Patria y el socialismo.
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