Cubanistica y otras razones: enero 2009

viernes, 30 de enero de 2009

Los rusos, (casi) 20 años después

Oficialmente soviéticos, extraoficialmente rusos, popularmente “bolos”.

Crecimos viendo soviéticos, escuchando acerca de ellos y, en ocasiones, oliéndolos en nuestra cercanía. Inconfundibles personajes, vestidos con ropas ligeras de colores pastel, los hombres casi siempre en sandalias, las mujeres con vestidos estampados, siempre cargando bolsas con mercancías, todos envueltos en un característico hedor, mezcla de sudor agrio y un extraño humo dulzón, producto de unos aun más extraños cigarrillos, de filtro larguísimo y muy poco tabaco. Y pésimo sabor, como comprobé en algún momento, cuando aun tenía el placer de fumar (suspiro).

Mi primer recuerdo de los rusos viene de una deliciosa playa al este de la Habana, llamada el Rincón de Guanabo, situada a unos kilómetros después del pueblo de Guanabo. Una playita, apenas notable para los que viajan por la Vía Blanca, y donde mi familia tuvo una casa. Alli pasaba yo casi dos meses de vacaciones todos los años.

Los días entre semana la playa estaba desierta (¡una playa solamente para mí!), pero los fines de semana mi playa se llenaba con personas que venían huyendo de las tumultuosas playas del Este de La Habana. Llegaban principalmente familias, parejas apasionadas y bulliciosos grupos de pescadores. Y, por supuesto, rusos. Estos traían toda la parafernalia playera: caretas de buceo, “patas de ranas”, snorkels, cámaras fotográficas, sombrillas, coloridas e inmensas toallas. Alli pasaban el día, envueltos en su charla sibilante y entrecortada y en su sempiterno olor.

Los recuerdo embadurnándose constantemente con lociones de olores frutales, tratando ingenuamente de proteger sus traslúcidas y frágiles pieles del inclemente sol cubano, y comiendo raros caramelos de consistencia pastosa y rico sabor, que a veces me eran ofrecidos y que, por supuesto, eran rápidamente aceptados.

Después, años más tarde, se los podía encontrar en todas partes. Cuba, en general, y La Habana en lo particular, estaba inundada de rusos. En cualquier centro de trabajo estaban los sempiternos asesores rusos, ya fuera en energía, extracción de petróleo, minería, economía (¡horror!), construcción y, por supuesto, en el ejercito. Eran tantos que, zonas de la ciudad, algunos edificos y tiendas fueron bautizadas como "de los rusos". Pasaron a formar parte de la cultura popular cubana, junto con sus carros, lavadoras, televisores, sus peliculas y, por supuesto, los muñequitos. Traían la vodka y se llevaban el ron, e intercambiaron la receta de su agridulce borsch por la de los platanos fritos.

Casi 30 años estuvieron en Cuba hasta que, a principios de los 90, después de haber asesorado en el desastre cubano y habiendo regalado al gobierno comunista cubano miles de millones de dólares, que fueron diligentemente dilapidados, todos se fueron, desempleados por la glasnost y la perestroika.

Dejaban detrás un país repleto de tecnología obsoleta, de deudas, de desamparo, con conceptos anquilosados, con instalaciones industriales desarmadas, guardadas en polvorientas cajas en ignotos almacenes y cuyos “manuales de usuario” estaban escritos, por supuesto, en ruso.

El intercambio con los rusos también dejó numerosos descendientes, de mezclada estirpe. Muchos de los cubanos que estudiaron carreras universitarias en Rusia trajeron al regreso no sólo sus diplomas de ingenieros y licenciados, sino rollizas y albas mujeres rusas. De esas uniones surgieron raros mulatos de ojos verdes y pasa de color pajizo, capaces de hablar fluidamente en ruso o peculiares retoños de franca apariencia eslava, que sorprendían al hablar español con el más puro acento habanero.

Y ahora, como los mosqueteros, los rusos están de regreso 20 años después. Pero ahora son hombres de negocios, que vienen por el petróleo cubano, el níquel cubano, el turismo y todo lo que la isla pueda ofrecerles. Ya no irán a mi playa, ahora se irán a los cayos prohibidos y exclusivos, donde sólo entra un cubano si es empleado para servir a los turistas. Vienen en son de bussiness y los nostálgicos les llaman amigos, los extrañábamos daraguii druzia, les dicen.

Pero ellos ya no vienen de la Unión Soviética, vienen de un país diferente. Ahora sí son llamados rusos con justicia y no hay ofensa posible. Vienen de Rusia, que quiere volver a ser potencia mundial y que quiere confrontarse, hacerse notar.



Y vienen en mal momento, cuando la oportunidad de un acercamiento entre Cuba y Estados Unidos es mayor que nunca. Y para Cuba (y los cubanos, en última instancia), es más importante (siempre lo ha sido) el vecino de al lado, los Estados Unidos de Norteamérica, que la remota y extraña Rusia.

Me temo que el gobierno de los Castro, en su afán de mantener su enemigo preferido vigente y a la mano, va a apostar por cualquier variante, menos por la reconciliación y el diálogo con Estados Unidos, esta vez bajo la presidencia de Obama.

Parece que esta vez será (de nuevo) la variante de los rusos: antes amigos, después traidores, ahora padres pródigos de regreso, buscando zonas de influencia… de nuevo.



Y así lo ve Garrincha

miércoles, 21 de enero de 2009

De Hollywood, dientes y una H

Nunca había visto una toma presidencial de un presidente de los Estados Unidos. Y, la verdad, ésta fue algo digno de ser observado. He aquí algunas cosas que me llamaron la atención:

No se puede negar que los estadounidenses adoran el drama. Para no ser menos, la toma presidencial de Obama parecía una puesta en escena hollywoodense. Muestra de ello fue la entrada de los principales actores (esposas, hijos, vice y presidentes, electos o vigentes), la cual fue dosificada cuidadosamente, espaciada en varios minutos, anunciada con trompeteo de heraldos y con la voz engolada de un locutor en off.



La sonrisa de Biden muestra la boca mas llena de dientes que he visto. El hombre me parece el arquetipo del político estadounidense, con ese aire que se antoja una mezcla entre un blanco patriarca de Nueva Inglaterra y un tiburón blanco del Atlántico Norte.





La sonrisa de Obama, cuando caminaba por los pasillos en ruta al estrado, era giocondesca, apenas un esbozo. Al salir al aire libre puso la otra, la sonrisa franca y agradable que lo identifica. Sonriendo así logra parecer un político confiable, rara avis.

El locutor me sorprendió. Alguien decidió que el nuevo presidente fuera presentado como Barack H. Obama. El embarazoso Hussein quedó reducido a una inofensiva H, hasta que, en el juramento, el presidente en persona se encargó de redimir su segundo nombre y lo puso de nuevo en circulación. Fue esa la más corta existencia de una inicial. Cosas de lo políticamente correcto. O de la paranoia oficial, quizás.



Había allí un millón de personas o más. Sin acarreos, ni CDR´s ni sindicatos. Gente que simplemente quizo presenciar la Historia. Impresionante espectáculo, la verdad.

El discurso inaugural de Obama tuvo muchas frases interesantes. Parafraseo una de las que más me gustó:

“Ellos (¿los dictadores?) están en el lado incorrecto de la Historia, pero estamos dispuestos a extenderles nuestra mano, si ellos abren su puño”


Solamente en ese caso. A mi me queda claro, muy claro.

sábado, 3 de enero de 2009

Cubans, go home!!

El acuerdo migratorio entre Cuba y México y que recientemente entró en vigor es difícil de entender.


Según este acuerdo los cubanos que México encuentre en su territorio y que hayan entrado de forma ilegal al país serán deportados a Cuba. Cosa ridícula, pues:

  • Al gobierno de Cuba le conviene que haya menos habitantes en la isla: así puede reducir gastos en alimentos, energía, educación, salud y tiene más casas disponibles, entre otras ventajas. Además, los cubanos que abandonan Cuba no apoyan el régimen comunista así que, con su partida, quedan en Cuba menos “opositores”, lo cual sería el mas dulce deseo de cualquier dictadura.


  • México es, por excelencia, un país emisor de emigrantes ilegales. Hay millones de mexicanos ilegales en Estados Unidos y su proceso de migración es tácitamente apoyado por el gobierno mexicano, pues ello representa menos ciudadanos dependiendo de la seguridad social, menos desempleados y, por otro lado, una inmensa fuente de ingresos por concepto del envío de dinero que realizan estos migrantes desde los Estados Unidos hacia México.



  • A México no le afectan ni la llegada ni la permanencia de cubanos a su territorio pues estos no pretenden permanecer en México: su propósito es llegar a los Estados Unidos.

¿Dónde están entonces los orígenes de tan absurdo acuerdo migratorio?

¿En Cuba? ¿En México?


¿O más al norte?



No entiendo nada...

jueves, 1 de enero de 2009

50 años




Como casi todos los cubanos, en estos días estuve pensando en la magnitud de tener el mismo gobierno durante 50 años. Bastaría esa sola consideración para ilustrar la monstruosidad del asunto. Pero aqui pongo cuatro mas:




  • Todos los cubanos menores de 50 años que viven en Cuba han conocido solamente un gobierno, el que implantó el régimen comunista en nuestro país.


  • Ningún cubano menor a 60 años recuerda el gobierno anterior.


  • Ningún cubano menor a 70 años ha podido votar en elecciones libres para elegir un gobernante en su país.


  • Ningún cubano que viva en Cuba ha podido disfrutar de las bondades de la vida moderna, a los 10 años del siglo XXI.