Cubanistica y otras razones: diciembre 2007

martes, 18 de diciembre de 2007

Cuando los buenos se vayan…

Los buenos son ellos, los que crearon un sistema de educación amplio e incluyente, los que fomentaron un sistema de salud pública gratuita y de buen nivel, los que abrazaron la causa del deporte y trajeron muchas victorias cubanas. Los buenos crearon un sólido sistema de racionamiento, que ha amparado a 4 generaciones, para que todos los cubanos recibieran lo mismo, fuera mucho o fuera poco, repartiendo así, de manera equitativa, la miseria.

Los buenos renegaron del capitalismo, lo anatematizaron, y sólo quisieron sus ventajas y bienes para sí, para sus causas, dijeron, y no para la gente, porque estas se corrompen muy fácilmente.

Los buenos corrieron a ayudar a hermanos en desgracia y pelearon sus guerras: liberaron Namibia, humillaron a la Sudáfrica racista, apabullaron a somalíes, a angolanos disidentes, a algún que otro judío, sacrificando solamente la vida de algunos miles de cubanos en el empeño.

Los buenos envían a los médicos y maestros cubanos al extranjero, en pos de causas nobles, a ayudar a otros pueblos, haciendo que, como consecuencia, se desmoronen los sistemas de educación y salud en Cuba.

Los buenos dicen que el mundo es malo, que hay que saber escoger a los amigos y por eso abrazan a Hugo Chávez, que les regala petróleo.

Los buenos se erigieron en clase y ocuparon los mejores barrios, las mejores mansiones y casas de la Ciudad de La Habana. Dejaron para sí las mejores opciones, prebendas de todo tipo, lugares exclusivos y un buen nivel de vida. Los buenos dicen que ellos pueden hacerlo así porque saben resistir los cantos de sirena, es decir, el modus vivendi del capitalismo, y disfrutar del mismo sin corromperse. Usan con desprecio los celulares, ropa de diseñador, caros perfumes, se obsequian relojes Rolex, autos, bienes de consumo de todo tipo, todos viles y capitalistas, y ni siquiera se sonrojan. Los buenos están por encima de eso.

Los buenos predicaron que Revolución, Socialismo y Patria son la misma cosa. Que no hay necesidad de pensamiento alternativo, que ellos tienen todas las respuestas y que los demás, sean quienes sean, están irremisiblemente equivocados. Los buenos dividieron a los cubanos en cubanos dignos, que son los que piensan como ellos y los apoyan, y los traidores, que son los que pensamos de forma diferente a los buenos. Como resultado dos millones de cubanos nos convertimos en traidores, en malos, y centenares de miles de familias quedaron divididas, en nombre de lo Bueno.

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Los buenos están de salida. Se extinguirán y en cinco o diez generaciones serán sólo un absurdo y lejano recuerdo. Así debe y tiene que ser, y ojala que sea lo más pronto posible. Quizás los extrañe algún latinoamericano izquierdista trasnochado; los malos definitivamente no los vamos a extrañar.

Los malos dejaremos entonces de serlo, Cuba será sólo La Patria y todos los cubanos seremos lo que siempre debimos ser: simplemente cubanos.



Feliz Navidad y todo lo mejor a todos en el 2008, porque todo lo futuro siempre es mejor.

Un abrazo

Iskan el Cubano

martes, 11 de diciembre de 2007

Los puros de espíritu no comen pan

Los cubanos somos gente orgullosa. No nos gusta sentirnos menos que nadie y ni siquiera los casi 50 años de trituración continua de nuestra dignidad han logrado disminuir nuestro orgullo. Eso es bueno.

Y quizás por ello a muchos les cuesta recordar que, inclusive siendo cubanos, seguimos siendo simplemente seres humanos en busca de supervivencia. Y en busca de esa supervivencia, de mejores condiciones de vida, en busca de un sueño, nos fuimos de Cuba.

En un sitio que me gusta visitar, Los Miquis de Miami, escribí que los cubanos (como la inmensa mayoría de los migrantes que provenimos del Tercer Mundo) somos emigrantes de estómago, haciendo cruda (lo reconozco) referencia a esa búsqueda de mejores oportunidades en la que estamos inmersos, oportunidades que en Cuba no existen.

Eso fue suficiente para que inmediatamente ese orgullo, que divorcia estómago y corazón (y que frecuentemente obvia al cerebro), saliera a la superficie. Que muchos se fueron en busca de libertad, no de comida, no de bienestar, leí como respuesta. Es decir, un hambre de libertad que hace olvidar el estómago vacío. Hay que darle un voto de confianza a esos libertarios ascéticos, pero sería interesante volver a preguntarles su opinión acerca del tema si estuvieran viviendo en un país tercermundista, metidos hasta el cuello en la miseria, pero con mucha libertad y democracia.


Yo por mi parte no dejo de recordar a Pepe Martí que, con su perspicacia de hombre excepcional, dejó escrito por ahí “Tengo el pan, hágase el verso”