El moribundo, el cínico y el estúpido
Fidel Castro logra ser las tres cosas. A la vez. Y ninguna estorba a la otra.
Acaba de publicar este señor un par de párrafos tonantes, donde se aprecia en toda su extensión la obsoleta y estúpida manera en que ha tratado los asuntos cubanos en los últimos casi 50 años. Como siempre ha hecho, mezcla, distorsiona y manipula de forma cínica temas y conceptos para terminar, como siempre, diciendo que el origen de los males cubanos está fuera de Cuba.
Dice el anciano:
“No se puede acusar al período especial del sistema que el imperialismo ha impuesto al mundo; no inventó el cambio climático, la civilización que depende del consumo de los hidrocarburos, el transporte de cada miembro de la familia en automóviles que viajan casi vacíos, ni la nefasta idea de convertir los alimentos en combustible; no inventó las guerras mundiales por el reparto del planeta, las bases militares, las armas nucleares y radioelectrónicas, los satélites espaciales que todo lo espían y dirigen al blanco rayos letales, los cohetes teledirigidos, los submarinos que disparan desde mil metros de profundidad, la ciencia y la tecnología al servicio de la muerte y la destrucción.
Tampoco inventó la geografía política y las tierras de que dispone cada nación, que fueron fruto de otros factores históricos.”
Se equivoca o se hace el tonto o nos quiere hacer tontos respecto en los orígenes del Periodo especial: el llamado Periodo especial fue la consecuencia de la desastrosa economía cubana, destruida por caprichos e ineficiencia, y no de que los soviéticos hayan decidido hacer borrón y cuenta nueva. Antes del Periodo Especial ya habían pasado 31 años de Revolución, de inmovilismo, de caos económico y politización absoluta de la vida cubana.
Y al Periodo Especial se le debe la masiva desnutrición de la población cubana en los 90, la epidemia de neuropatía periférica, el deterioro social y económico del país, la proliferación de vicios y males sociales, la decepción generalizada en las más recientes generaciones, que crecieron en un ambiente de carestía y desesperanza feroz. Se le deben los balseros, el Maleconazo, el hundimiento de los remolcadores, la huida masiva de muchos buenos cubanos, el renacer de la prostitución, el desplome de la calidad en los cacareados sistemas de salud y educación, el cual dura hasta el presente, agravado por el drenaje hacia Venezuela de los mejores profesionales de esos sectores.
Como puede ver cualquiera, no hay que irse a buscar supuestos males globales y sus supuestos responsables: ni guerras nucleares ni autos familiares ni satélites ni bases militares tienen la responsabilidad de lo que sucedió y sucede en Cuba. Hay un responsable principal para ello y es Fidel Castro, el cual por suerte ya sólo puede escribir sandeces y, por fin, ya se está muriendo.
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