Pseudos-, -oides e intelectuales
Como preámbulo a este escritoide quise poner mi propia definición de “intelectual”, que sería algo así como “persona cuya principal actividad (e ingresos) dependen de su intelecto”. Y, como es inevitable echarse una zambullida en la red, aquí traigo algunas otras definiciones:
Un intelectual es aquella persona que dedica una parte importante de su actividad vital al estudio y a la reflexión crítica sobre la realidad.
adj. Relativo al entendimiento. m. Dedicado a las ciencias y letras.
Señor que piensa mucho y gana poco.
Individuo capaz de pensar por más de dos horas en algo que no sea sexo.
De hecho, de acuerdo a la mayoría de estas definiciones, yo también soy un intelectual, pero mediocre; lo del sexo todavía no lo logro.
Hay intelectualidad realmente notable: basta con observar la cumbre de las letras y las ciencias, para apegarme a una de estas definiciones. Pero la grandeza es escasa en nuestro mundo enano y globalizado. Y la intelectualidad cubana, de adentro o de afuera... ¡Ay, esos intelectuales agrios, nuestros, pero agrios! (Benditas sean las excepciones...)
Nada más hay que darse una vuelta por los blogs de estos nuestros intelectuales, que se conocen sólo entre ellos mismos y para sí mismos viven. Se consumen en temas y comentarios que sólo ellos entienden y encuentran relevantes; se pierden en soliloquios enreveresados y estériles y se apasionan con chismecitos de lavandería: que si ella es mediocre y yo soy bueno, que si él es más mediocre aun y yo, pues más bueno aun, que si yo estaba en la reunión cuando dijeron aquella frase o estaba sentado en la misma fila del que fue defenestrado y así van por ese su mundo, pequeño y virtual, en modo autista.
Para asomarse al extraño mundo de los intelectuales cubanos basta con darse una vuelta por el sitio de Los Miquis de Miami, un buen punto de partida pues allí tienen numerosos enlaces. Y antes de abandonar el sitio de los Miquis, no hay que perderse los comentarios a temas que tengan que ver precisamente con intelectuales e intelectualoides…
En fin, uno simplemente desea que estos nuestros intelectuales dijeran algo que valga la pena (hay tanta realidad a nuestro alrededor que necesita de mentes agudas…) y que no hablen y escriban tanta mierda. O bien que se dedicaran a nobles oficios, albañil o cartero, por ejemplo, para que tengan tiempo de pensar… pero en silencio.
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