La bandera Gorki
Gorki está libre.
El dinosaurio, que amenazaba con encarcelarlo, al final lo dejó ir a cambio de 600 pesos cubanos, y yo quiero creer que esa liberación se logró en gran parte gracias a la presión de muchos dentro y fuera de Cuba. Sobre este asunto, algunas cosas me llaman la atención.
La detención de Gorki hizo que la blogósfera cubana se convulsionara. Se firmaron ingenuas y esperanzadas cartas (yo firmé una de ellas, que aceptaba seudónimos) pidiéndole a instituciones cubanas, e inclusive a personeros del régimen, como Pablo Milanés, que intercedieran a favor de la liberación de Gorki.
La iniciativa más importante, en forma de carta abierta, surgió en Penúltimos Días. Sin embargo, sólo fue firmada por unas 150 personas, si bien algunas de ellas son intelectuales y artistas de renombre como Zoé Valdés, Alejandro Sanz, Miguel Bosé y Paquito de Rivera.
Indiscutiblemente, si algo logra establecer un factor común en el heterogéneo exilio cubano, es una causa en contra del gobierno comunista. Pienso que si Gorki sólo fuera un músico punk, que canta canciones con letras soeces y pésima música, pero sin ningún contenido político, este apoyo de los exiliados cubanos no hubiera tenido lugar. Y, si hubiera sido detenido, nadie se hubiera enterado. Inclusive muchos de los firmantes de las cartas pusieron prudente distancia entre el propósito de su firma y su opinión acerca de la música de PPR. Otros llamaron a las letras de PPR "lenguaje directo y contestatario". Sólo Zoé Valdés, con esa deliciosa y muy suya manera de abanderarse con la polémica, se declara fan y seguidora de la música de Gorki.
Mención aparte en este asunto merece Yoanis Sánchez, nuestra bloguera mayor, que ha mostrado que su valentía no tiene límites.
Me gustaría anotar algo más: hay más de dos millones de cubanos en el exilio y solamente unos 600 blogs de cubanos o acerca de Cuba. Quizás haya algunas decenas de miles de cubanos (hoy me siento generoso con los números) que navegan la red y entran a estos blogs, a foros y a otros sitios de noticias sobre Cuba. Sin embargo, en las cartas virtuales del caso Gorki, sólo aparecen las firmas de un par de centenares de personas, y no todos cubanos. Son unas penosamente escasas 150 firmas como representación de un cuantioso exilio cubano.
Nos falta mucho por aprender a comportarnos como Nación. Dondequiera que he estado he podido ver las comunidades de judíos, italianos, mexicanos, o de muchas otras nacionalidades, identificarse y establecerse como grupos pujantes y unidos. Los cubanos, sin embargo, parecemos almas en pena, vagando cada cual por su lado, sin buscar la unión, sin tratar de ser una entidad de peso y útil, desconfiando unos de otros y hasta enzarzados en riñas miserables. No hay un lugar común, ni siquiera Cuba.
Y, desgraciadamente, Internet no es la excepción.